Vasili Blokhin, un verdugo con exceso de trabajo

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Si hubo un ejecutor con un número de ejecuciones a su espalda a todas luces elevado y excesivo, ese fue sin duda alguna  Vasili Blokhin, un verdugo con exceso de trabajo, sobre todo durante los sucesos del bosque de Katyn. Blokhin pertenecía al NKVD soviético (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos) y es tristemente conocido por ser la persona que mandó al otro barrio a 7000-8000 (el número exacto no se conoce) oficiales polacos, y que fueron encontrados en las fosas de Katyn. Quizás por esta hazaña (y algunas más del mismo pelaje) fue condecorado como héroe de la Unión Soviética y ascendido a general. Cuando Vasili Blokhin se retiró del servicio activo, había ejecutado en total a unas cuarenta mil personas, lo que suponía todo un récord. Pero como su siniestra actividad la había ejercido bajo el gobierno dictatorial de Stalin, cuando falleció éste y subió  al poder una nueva generación en la Unión Soviética, el periodo estalinista y muchos de sus actos fueron revisados (entre ellos los de Blokhin) y como consecuencia, Stalin dejó de ser visto como el máximo héroe soviético. Muchos de sus más íntimos (y no tan íntimos) colaboradores fueron degradados. Vasili Blokhin entre ellos. Se precipitó en la locura a causa de su exacerbada afición al vodka, falleciendo en 1955 a los 60 años, aunque la versión oficial asegura que se suicidó.

El verdugo Vasili Blokhin. Imagen de la película de 2007 "Katyn"
Imagen de la película polaca de 2007 «Katyn», dirigida por Andrzej Wajda

Como verdugo oficial de la URSS fue el asesino de masas más prolífico de la historia mundial registrada, pues ejerció su ministerio desde la Gran Purga estalinista hasta la Segunda Guerra Mundial. Si bien dirigía todo un equipo de verdugos a sus órdenes, gustaba de dar muerte por su propia mano, como tuvieron ocasión de comprobar en sus propias carnes los desgraciados polacos de Katyn. Durante aquella carnicería cometida sobre los presos capturados tras la ocupación de Polonia por alemanes y soviéticos en septiembre de 1939, BloKhin y su equipo trabajaron sin pausa durante 10 horas cada noche. El propio Vasili Blokhin mataba a un preso cada tres minutos de un solo disparo en la base del cráneo, a un promedio de 300 ejecuciones por noche. Blokhin utilizaba una pistola Walther PPK de 7.65 mm, que solía utilizarse para las ejecuciones en masa, pues al tener un retroceso menor que otras armas, generaba menor dolor de muñeca en el usuario de esta arma, lo que no dejaba de ser un alivio para el verdugo que tenía que matar a tanta gente en tan poco tiempo. Así evitaba en la medida de lo posible molestias musculares y tendinitis, importante dato a tener en cuenta cuando se tiene un trabajo de este tipo. Por cierto, la pistola de marras se fabricó con tecnología alemana. Raramente se encasquillaba, pues poseía (y posee) la fiabilidad de lo teutón. «PPK» son las iniciales en alemán de Polizeipistole Kriminalmodel, que en castellano significa pistola policial modelo detective.

El verdugo Vasili Blokhin
El «verdugo más prolífico» Vasili Blokhin

Cuando acababan la dura jornada de trabajo, el propio Blokhin repartía unos galones de vodka a sus hombres para que se relajasen un poquito tras la tensión acumulada que supone asesinar a sangre fría a tantos y tantos hombres en tan poco tiempo. Gracias a esta actividad a destajo que desarrolló durante 28 días, Blokhin ostenta el dudoso récord Guinness concedido en 2010 al «verdugo más prolífico«.

El 27 de abril de 1940, Blokhin fue premiado con la Orden de la Bandera Roja por Stalin por haber cumplido de forma tan celosa y eficiente la orden dada por el propio dictador soviético. Esta condecoración se concedía a los militares que mostraban “coraje excepcional, abnegación y valor en combate”. Una vez cometido el asesinato en el bosque de Katyn, los soviéticos trataron de echar las culpas del desaguisado a los nazis. «Ya que estamos…» debieron pensar los responsables de la URSS. No obstante, muchos años después se descubrió el pastel y se conoció que fueron los soviéticos los únicos responsables de esta masacre, aunque muchos polacos ya sabían la verdad desde casi el instante en que se cometió el crimen. La verdad prevaleció en una fecha tan tardía como 1990 gracias a que la institución Mikhail Gorbachev desclasificó una serie de documentos secretos que demostraron sin tapujos la responsabilidad de la URSS en el crimen.

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