
La Fanta era una bebida refrescante alemana, cuyo nombre procedía de Fantasie (fantasía en alemán). Como en Alemania los buenos tiempos se habían acabado, las autoridades promovieron la fabricación y consumo de sustitutivos (Ersatz), algunos de sabor tan repugnante que había que tener unas buenas tragaderas para tomarlo. O mucha necesidad…
Hablemos de la Coca-Cola. Cuando Hitler declaró la guerra a EEUU, las fábricas alemanas de la célebre bebida estimulante dejaron de recibir el misterioso jarabe de la central de Atlanta. Como era muy apreciada entre la población alemana, las autoridades ordenaron a la industria alimentaria alemana que tratasen de dar con la fórmula secreta del brebaje, obviamente sin conseguirlo. Entonces sustituyeron la Coke por la Fanta, 100% made in Germany. La Fanta se elaboró con suero de leche de vaca, azúcar de remolacha, cafeína, pulpa de manzana (subproducto residual en la fabricación de la sidra) y restos de frutas. El fabricante de la Fanta alemana fue Max Keith, que había sido gerente de Coca-Cola en Alemania y que logró fabricar la nueva bebida en las antiguas instalaciones de la compañía norteamericana. Al finalizar la guerra, Keith transfirió el método de fabricación y la fórmula de la Fanta a la propia Coca-Cola. Hoy día, Fanta sigue siendo un refresco propiedad de la multinacional de Atlanta.
Deja una respuesta