Nobuo Fujita, el japonés que despegó del mar

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Nobuo Fujita presents his family's sword to the mayor of Brookin
Nobuo Fujita regala la espada samurai de su familia al alcalde Brookings Fell Campbell

Nobuo Fujita fue un oficial de aviación reserva de la Armada Imperial japonesa. Como los americanos habían logrado bombardear Japón por primera vez el 18 de abril de 1942, con varios B-25 Mitchell que habían despegado desde el portaaviones Hornet (desde la USA continental no era posible llegar hasta Japón por la falta de autonomía de sus aparatos por aquel entonces), los japoneses quisieron vengarse y atacar a su vez suelo americano continental. El plan consistía en arrojar bombas incendiarias sobre los bosques de Oregon, estado al norte de California.

Pero tampoco tenían los aviones japoneses autonomía como para partiendo desde Japón, lanzar su carga en el oeste de EEUU e rse de rositas. Por ello, se envió un submarino “portaaviones”, un sumergible que en lugar de torpedos llevaba un pequeño hidroavión desmontado en piezas. El 9 de septiembre de 1942, frente a las costas enemigas, los japoneses recompusieron el aparato y Fujita se puso a sus mandos, quien logró sobrevolar los cielos de Oregon y descargar dos bombas incendiarias, que no provocaron el efecto devastador que buscaban los nipones, pues una ni explotó, y la otra quemó unos cuantos árboles. Fujita voló sobre el pueblo de Brookings, donde sus habitantes confundieron el círculo rojo de las alas del hidroavión (el símbolo japonés del Sol Naciente) con el logo de la conocida marca de tabaco Lucky Strike, por lo que saludaron al sorprendido japonés, rogándole les echase alguna cajetilla. Me imagino que humillado, Nobuo Fujita, que quiso ser el primer japonés que devastase al odiado enemigo americano, se tuvo que volver con el rabo entre las piernas al submarino I-25 que le había traido, para llevarle de vuelta a casa.

Esta curiosa historia tiene un epílogo aún más sorprendente. Fujita sobrevivió a la guerra, y en 1962 fue invitado por las autoridades de Brookings, quienes aseguraron a los japoneses que no sería juzgado como criminal de guerra. El antiguo oficial, avergonzado por su actuación en la guerra (no sabemos si por no haber podido arrasar la zona como pretendía o por qué razón) regaló al pueblo en señal de respeto una magnífica catana de samurai que había pertenecido a su familia, orgullo del ayuntamiento en la actualidad, y que se muestra en una vitrina de la biblioteca. Fujita regresó a Brookings en 1990, 1992 y 1995. En 1992 se plantó un árbol en el lugar del “bombardeo” como gesto de paz. Fujita falleció en 1997.

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