Durante la “Guerra de Invierno”, (entre finlandeses y soviéticos, noviembre de 1939 y marzo de 1940), el ejército soviético utilizó una táctica errónea, pues atacó el territorio finlandés con columnas motorizadas y mecanizadas apoyadas por centenares de tanques. En otro territorio hubiese constituido una guerra relámpago, pero en Finlandia y en invierno, eso fue un suicidio, pues las divisiones acorazadas se bloquearon en las estrechas carreteras heladas, rodeadas de bosques de coníferas, ríos y lagos. Los malos caminos obligaban a las larguísimas filas de vehículos del ejército soviético a avanzar muy lentamente. En cuanto uno de estos vehículos se detenía por cualquier causa, pequeños grupos de vehículos quedaban aislados del resto. Para colmo, los aguerridos soldados finlandeses, que conocían perfectamente el terreno, y camufladas en el blanco de sus uniformes de invierno, hostigaron sin descanso a los soviéticos, mal preparados y carentes de experiencia. Los incompetentes oficiales soviéticos carecían de mapas, por lo que batallones enteros se perdieron en los bosques helados, exponiéndose a una muerte segura, ya fuese por el frío, el hambre o los certeros ataques fineses. No es extraño que muchas veces se diesen situaciones de verdadera locura colectiva que acabasen en verdaderas carnicerías, provocadas por la desesperación y las condiciones extremas, que se prolongaron durante semanas y semanas. A lo largo de todo el frente se formaron bolsas de tropas soviéticas, a veces de decenas de miles de hombres, incapaces de dar un paso, sin suministros ni comida. Por eso, cuando alguna de esas bolsas era aniquilada, las escenas que se encontraban los finlandeses eran dantescas. Miles de cuerpos congelados, muertos de pie, en miserables jergones, en el interior de trincheras… Se dieron casos de canibalismo. En otros casos de desesperación, unidades enteras se lanzaban a un ataque suicida contra los finlandeses, con el ánimo de acabar de una vez por todas con tanto sufrimiento. También es cierto que los finlandeses, que conocían el carácter supersticioso de los rusos, y más de aquellos campesinos sin preparación militar que les había enviado Stalin, hicieron correr tremebundas historias de terror sobre monstruos y fantasmas que recorrían los bosques en busca de pobres diablos con los que saciarse. Era la táctica de guerra psicológica.

En este contexto de desesperación y miedo, se produjo el siguiente episodio. Un batallón finlandés encontró en el bosque helado todo un pelotón de soldados soviéticos muertos en extrañas circunstancias, pues muy pocos cadáveres estaban enteros, como si hubiesen sido atacados por alguna alimaña de gigantesco tamaño. Incluso había cuerpos desollados, como se puede observar en la foto. Posiblemente fue un caso de locura colectiva que llevó al batallón soviético a matarse entre sí con ánimo de devorar a los más débiles, antes de fallecer los más fuertes por el intenso frío y las privaciones.
Coronel Sanders
Joooder… Eso no lo hizo un animal ni de broma, ahí lo dejo