Los servicios de inteligencia soviéticos

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Los servicios de inteligencia soviéticos, el espía ruso en suma, siempre han tenido una excelente reputación de eficacia de cara al exterior. A las pruebas me remito. Incluso hoy día. Ahí esta Putin. Como muestra un botón. No obstante estamos en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, otra etapa de la Historia, aunque me parece que todavía quedan heridas de entonces por cerrar. O acontecimientos históricos que comenzaron por entonces o incluso antes y que todavía no parecen haber echado el cierre. Pero no nos desvíemos del tema. En este post tratamos de los servicios de inteligencia soviéticos, que es probable que durante el conflicto que ocupa las páginas de este blog fueran más eficaces «contra» sus aliados occidentales que contra el enemigo común alemán.

Los servicios de inteligencia soviéticos. El general Golikov
El general Golikov

En otro post se ha hablado del control del Ejército Rojo por el NKVD. Dentro del Ejército existía su propio servicio de inteligencia, el GRU, dirigido por el general Golikov (1900-1980), todos ellos controlados en última instancia por el escrupuloso aparato de seguridad estalinista, el NKVD. La actuación foránea del GRU se basaba en organizaciones comunistas clnadestinas locales. Incluso en Alemania, aunque la Rote Kapelle fue desmantelada pronto en el propio Reich a finales de agosto de 1942. Aun así, uno de sus grupos siguió actuando en Suiza. Esta sección de la Rote Kapelle controlada por el GRU era conocido como el Círculo de Lucy, que siguió actuando hasta junio de 1944. «Lucy» estaba dirigido por el editor de Lucerna Rudolf Rössler, muy probablemente vigilado a su vez por el espionaje suizo, a pesar de lo cual, siguió manteniendo contactos con la resistencia alemana y altas jerarquías de la Wehrmacht. Según el historiador Norman Davies, uno de los agentes de Lucy pudo ser el mismísimo almirante Canaris, el jefe de la Abwehr, el espionaje alemán. Sea como fuere, gracias a esta red de espionaje, los soviéticos conocían con antelación bastantes de las ofensivas alemanas en el frente del este, logrando desbaratar algunas de ellas.

Los soviéticos eran maestros consumados en el difícil arte del engaño o «maskirovka«. Algunos ejemplos los tenemos en los descomunales movimientos de tropas durante la noche, la construcción de falsos campamentos o el envío por radio de mensajes falsos o cuando menos, engañosos. En diciembre de 1941, cuando en Moscú todos esperaban la caída de la ciudad en manos de los alemanes, apareció de la noche a la mañana un enorme ejército soviético que logró evitar la ocupaciòn germana. Los alemanes ni se lo esperaban. Gracias a los servicios de inteligencia soviéticos, que actuaron rápidamente y bien. En otras ocasiones, ocurría lo contrario: cuando el enemigo esperaba un ataque devastador y masivo del Ejército Rojo, los soviéticos se detenían, como sucedió en el río Vístula en agosto de 1944.

Aunque las sospechas de Stalin (de todo y de todos, como buen dictador) podían paralizar en cualquier momento la eficacia de tan magnífica máquina de espiar. Un ejemplo. El alemán Richard Sorge (de nombre de guerra Ramsay) era un comunista convencido que ingresó en el Partido Nazi. Trabajaba en Tokyo como corresponsal alemán. Aunque avisó correctamente y con tiempo suficiente de la que se les avecinaba a los soviéticos con la Operación Barbarroja, en Moscú no le creyeron. Poco después, los alemanes invadían la URSS.

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