
Al final de la guerra, cuando ya estaban pérdidas la mayoría de las batallas, estas armas era la única esperanza que tenía el Fuhrer. Las famosas V de venganza. Los misiles autopropulsados V1, los cohetes V2 y el cañón V3.
Este último, es el menos conocido, y nunca llegó a funcionar. Hitler necesitaba bombardear Londres con unos gigantescos cañones, desde la Costa normanda.
El problema balístico es complicado. Puedes hacer balas muy grandes, pero entonces necesitas muchísima carga explosiva para impulsar el obús, esto es prácticamente imposible, si el obús tiene carga explosiva, se detonaría en el propio cañón.
Pero para vencer la distancia del Canal de la Mancha, tenía que hacer unos cañones muy largos. Si aumentas el tamaño el cañón se vence curvándose, además el rozamiento reduce la velocidad del obús.
Los ingenieros alemanes descubrieron el sistema de aumentar la aceleración a base de poner unas cámaras intermedias de explosión, estas se detonaban con el paso caliente del proyectil. Con esta ingeniosa idea se consiguió que pudieran llegar al otro lado del canal.
Hitler pensaba disparar miles de obuses sobre Londres a diario y para ello construyó una base al otro lado del canal.
La base, en la que estaban construyendo el cañón, fue bombardeada insistentemente por los aliados; incluso el piloto Kennedy, hijo mayor de la poderosa saga, murió lanzando bombas de rebote a la base.
Ahí se acabó la última esperanza del Fuhrer.
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