La situación a finales de 1944

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A finales de 1944, los Aliados ya habían cruzado las fronteras de Alemania, tanto en el oeste, con la ocupación de Aquisgrán (Aachen en alemán), y en el nordeste, con el avance a través de Prusia Oriental. El retroceso alemán en todos los frentes se debía a su inferioridad militar tanto en tierra, como en mar y aire frente a soviéticos, norteamericanos y británicos. A pesar de la más que previsible derrota del Reich de los mil años, los alemanes aún consiguieron algunas victorias locales que sólo sirvieron para retrasar la inevitable derrota final. Pese al fanatismo del que hicieron gala siempre los jerarcas nazis, la verdad es que la población civil y los militares estaban exhaustos y sobre todos ellos cundía el más absoluto desánimo y abatimiento. No obstante, seguían combatiendo, ahora por su propia tierra y en virtud del juramento cuasirreligioso que los militares hicieron en su día a su Führer.

Con la ocupación del norte de Francia, los Aliados abrieron un segundo gran frente en Europa occidental tras el desembarco en Sicilia del año anterior. Alemania combatía ahora en tres frentes: el sur, el oeste y el este, y se notaba que sus efectivos, que iban menguando según transcurría la guerra, eran claramente insuficientes para llevar a cabo con eficacia tan descomunal tarea defensiva. Las comunicaciones y la logística no funcionaban como en los primeros años de la guerra, y el retroceso constante estaba a la orden del día, a pesar de las fanáticas órdenes de Hitler, que se empeñaba en la resistencia a ultranza, hasta la última gota de sangre alemana. El Führer había dado orden de crear el denominado «Ejército Popular», el Volksturm, una unidad integrada por todos los hombres capaces de combatir con edades comprendidas entre los 16 y los 60 años, en una última y desesperada medida de resistencia, que no podía llegar a buen puerto. Los avances aliados no eran frenados por la Wehrmacht, el ejército alemán, sobrepasado en todos los frentes.

No obstante, todavía en algunos sectores del amplísimo frente oriental se realizó alguna defensa eficaz. A finales de 1944, los alemanes consiguieron crear un frente entre los ríos y canales holandeses hasta el curso superior del río Rin, donde mantuvieron las defensas algún tiempo. En cambio, en el norte de Italia, las defensas alemanas se mantuvieron casi intactas hasta el final de la guerra.

En los Balcanes, Rumanía y Bulgaria, hasta entonces aliadas del Tercer Reich, cambiaron de bando y en todas partes los partisanos hostigaron sin descanso a las tropas alemanas, que siguieron con su política de represión siempre que pudieron, hasta su total expulsión de los países que habían invadido.

En el Pacífico, los japoneses fueron también víctimas de la amplia extensión de los territorios conquistados en el inicio de su expansión, pues se vieron incapaces de defenderlos todos con eficacia. Los Aliados avanzaban ya decididamente en Borneo, las islas Filipinas y las islas del Pacífico.

Al finalizar 1944, el Tercer Reich se acercaba a su final, a pesar de las mesiánicas veleidades de su Führer. El fanatismo de los dirigentes alemanes y japoneses, que jamás pensaron en capitular a pesar de su cada vez más adversa situación, todavía costó la vida a varios millones de personas más en 1945, cuando la guerra estaba ya prácticamente decidida en casi todos sus frentes a finales de 1944.

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