La Operación Foxley fue un plan madurado por los británicos para liquidar a Hitler. Los responsables del plan fueron los miembros de la Ejecutiva de Operaciones Especiales (Special Operations Executive, SOE), organización creada durante la Segunda Guerra Mundial por Winston Churchill y Hugh Dalton con el objetivo de llevar a cabo acciones de espionaje, sabotaje y reconocimientos militares en la Europa ocupada por los nazis. Ellos fueron los que tuvieron la idea de eliminar a Hitler. Al menos intentarlo desde fuera, ya que los atentados de procedencia interna contra el Führer fallaban estrepitosamente uno tras otro.
El plan del SOE consistió en enviar un comando a Berchstegaden, el pueblo de los Alpes bávaros donde Hitler tenía su «chalecito» predilecto. Para ello, previamente tuvieron que estudiar las costumbres y rutinas del antiguo cabo austriaco. Hitler solía pasear solo y de forma relajada, por lo que hemos de adivinar que en este idílico retiro, el Führer se sentía a sus anchas y a salvo de siniestras intenciones de atentar contra su vida. La Operación Foxley pretendía que un francotirador le volase la cabeza al dictador alemán durante su paseo matinal. En caso de que el plan fracasase, se había previsto incluso lanzar granadas anticarro contra su Mercedes blindado.
El equipo encargado de asesinar a Hitler era un grupo de bonzos (antinazis austriacos y bávaros) al mando del capitán británico Edmund Hailey Bennet. El comando fue entrenado en el norte de Inglaterra, en Cheshire. A última hora el Alto Mando abortó la operación. Estamos a comienzos de abril de 1945. El final se acercaba. Los gerifaltes aliados pensaron que la incompetencia de Hitler como estratega militar les era muy útil, y de ninguna manera podría su asesinato servir para crear un mito de él. No quisieron hacer un mártir del Führer. Hitler se suicidó un mes más tarde.
Deja una respuesta