El título de este post, la extraña monarquía húngara del almirante Horthy, se debe a un cúmulo de contradicciones que encerraba el Estado húngaro durante el período de la Segunda Guerra Mundial. Hungría era desde un punto de vista constitucional un reino sin rey. Hungría no tiene acceso al mar ni marina de guerra ni mercante y sin embargo estaba regentado en nombre de un rey inexistente por un hombre que ostentaba un cargo relacionado con una marina de guerra: el regente o Reichsverwesser Miklós Horthy. Horthy desempeñó el cargo de Regente de Hungría desde el 1 de marzo de 1920 hasta el 15 de octubre de 1944.

Los Habsburgo fueron hasta 1918, emperadores de Austria y reyes de Hungría, en esa monarquía dual que se dio en llamar el Imperio Austro-húngaro, una de las potencias centrales de la Primera Guerra Mundial, y cuya derrota supuso su desmembramiento en varios Estados. Austria fue uno de ellos, adquirió la forma republicana y un gran ansia por unirse a Alemania. Otto de Habsburgo, el que hubiera debido reinar si Austria hubiese sido un reino, estaba exiliado. Por otro lado, los orgullosos magiares jamás hubiesen le aceptado como rey. Una monarquía auténticamente húngara no existía y por ello, el almirante Horthy se había proclamado regente. Hungría era un país que todavía vivía sometido a estructuras feudales, donde el campesinado estaba sumido en la miseria, en tanto que unas pocas familias aristocráticas poseían un nivel de vida muy superior a las castas similares de los países de alrededor. En este ambiente extremadamente maniqueo, apareció a comienzos de los años treinta en Hungría el Movimiento de la Cruz y las Flechas, de marcado carácter fascista, muy influido por su homónimo italiano. En 1938 se promulgaron las primeras medidas legislativas antisemitas, siguiendo el ejemplo de la Italia de Mussolini. A pesar de todo, Hungría fue el único país aliado del Eje que envió tropas judías al frente del Este, en forma de servicios auxiliares, pero con uniforme húngaro. Otro carácter extraño de la «monarquía sin monarca» de Horthy. Una razón de esta aparente contradicción es que los húngaros distinguían con claridad meridiana a los judíos «magiarizados» de Hungría de los judíos de los territorios que habían caído bajo las garras del Tercer Reich, Los nazis respetaron la soberanía húngara hasta marzo de 1944. Por ello, hasta entonces, el país magiar fue para los judíos un remanso de paz frente a la orgía de muerte y destrucción en la que se veían inmersos los demás judíos europeos. Esta situación sólo cambió cuando el Ejército Rojo se aproximó a las fronteras húngaras a través de los Cárpatos. Ante la avalancha soviética, el gobierno de Horthy trató desesperadamente de firmar la paz por separado con la URSS. Pero no les dio tiempo, pues en esas curcunstancias, Hitler decidió ocupar el país y oponerse militarmente a la ocupación soviética.
Así se acabó la tranquilidad para los judíos de Hungría, ya que se consideró indispensable la «liquidación» de 800.000 judíos húngaros más otros 150.000 convertidos al cristianismo en años recientes. Una vez que los nazis establecieron la correspondiente maquinaria de deportación y exterminio, muchos judíos fueron enviados a Auschwitz. No obstante, a mediados de octubre de 1944, los rusos estaban a unos 150 km de Budapest, con lo que los nazis derribaron definitivamente al gobierno de Horthy (Horthy trató de detener las deportaciones de judíos magiares cuando Budapest fue bombardeado el 2 de julio por los aliados), nombrando jefe del Estado al jefe del partido fascista de la Cruz y las Flechas, Ferenc Szalasi. Por entonces las instalaciones de exterminio de Auschwitz estaban a punto de ser desmanteladas, al mismo tiempo que Alemania necesitaba encarecidamente mano de obra para sus fábricas de armamento. Por ello, el plenipotenciario del Reich, Veesenmayer, negoció con el Ministerio del Interior húngaro el permiso para embarcar a 50.000 judíos hacia el Reich, para paliar el antes citado problema de la disminución de trabajadores. Como los trenes no funcionaban por aquel entonces, estas personas fueron obligadas a recorrer a pie la distancia entre Hungría y los lugares del Reich donde eran necesarios como mano de obra esclava. Hasta que Himmler dio la orden en noviembre de 1944 de interrumpir las deportaciones. Los judíos que tomaron parte en estas infames marchas fueron escoltados por los fascistas de la Cruz y las Flechas, quienes en muchas ocasiones les apalearon y las más de las veces, les robaron.
El 13 de febrero de 1945, Hungría se rindió a los soviéticos. De la población judía existente antes de la ocupaciòn nazi, unos 800.000, quedaron 160.000 en el ghetto de Budapest, de los cuales varias decenas de miles fueron víctimas de pogroms espontáneos. Los responsables húngaros de la matanza fueron juzgados, condenados a muerte y ejecutados.
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