Articulo de Javier Jimenez.
Cuando comenzó el sitio de Leningrado, las autoridades soviéticas evacuaron las obras de arte del Hermitage, pero no evacuaron las semillas, raíces y frutas de Pavlovsk. Así que los científicos de la estación recogieron todos los tubérculos, frutos y semillas que pudieron y las almacenaron en un sótano cerca de Leningrado.
El invierno de 1941-42 fue especialmente duro. No solo meteorológicamente hablando, sino que, con todos los accesos a la ciudad cortados, ni la comida, ni el carbón, ni los medicamentos podían llegar a Leningrado. Y las bombas no paraban de caer.
Sin comida, cualquier cosa se convertía en alimento: perros, gatos, ratas o palomas. En enero el canibalismo invadió la ciudad. 1.400 personas fueron arrestadas por este delito y más de 300 fueron ejecutadas.
Lo sabían muy pocas personas, pero en los sótanos de la plaza de San Isaac se guardaban más de 187.000 variedades de frutas y vegetales. Allí, en armarios y cajas hay más de mil tipos de fresas, 900 tipos de grosellas, 600 tipos de manzanas, cientos cerezas, ciruelas, frambuesas y muchas otras frutas y tubérculos.
Poco más de un año antes, su director y fundador Nicolai Vavilov, uno de los genetistas y botánicos más importantes de la primera mitad del siglo XX, había sido mandado a la cárcel de Saratov. Allí moriría, también de hambre, un par de años después.
¿Su delito? Creer que la genética era cierta. Vavilov era una leyenda, había recorrido medio mundo y había entendido como nadie la importancia de la diversidad y la hibridación para la agricultura. En 1926, el mismo año en que fundó la estación experimental de Pavlovsk, recibió el premio Lenin, el «nobel» de la Unión Soviética.
Pero a finales de los años 30, Lysenko llegó al poder. Lysenko defendía una biología a medio camino entre el lamarkismo y el diamat. Entre 1934 y 1940, la camarilla lysenkoista con el apoyo de Stalin purgó toda la biología soviética. Vavilov era, en aquel momento, presidente de la Academia de Agricultura.
Y allí, protegiendo su trabajo, doce personas se dejaron consumir hasta la muerte. El encargado de las especies de arroz murió de hambre rodeado de sacos de arroz y Kamerz y Voskrensenskaia murieron protegiendo sus patatas.
«¿Y por qué se dejaron morir para proteger un banco de semillas? ¿Estaban locos?»
Supongo que esa es la pregunta que todos nos hacemos. una estudiante de Vavilov ya anciana explicó que los investigadores comprendían que esas colecciones eran esenciales para restablecer la agricultura después de la guerra.
El sitio de Leningrado se demoró 872 días, pero la guerra fueron seis larguísimos años donde las tierras, las semillas y las prácticas tradicionales quedaron pulverizados. Sin esas semillas, la posguerra hubiera sido terriblemente más dura.
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