La fase principal de la denominada Batalla del Atlántico tuvo lugar entre 1939 y mediados de 1943. Tras esta prolongada fase aguda de combate marítimo, la lucha continuó pero con menor intensidad, pues uno de los contendientes, la Alemania nazi, comenzaba a dar muestras de estar exhausta. Fue la batalla más larga de la guerra, con diferencia.
El objetivo de la Batalla del Atlántico fue el control de los suministros que desde EEUU y Canadá llegaban a Gran Bretaña, suministros que los submarinos alemanes trataron de evitar por todos los medios, pues esta logística permitía al Reino Unido su supervivencia, sobre todo mientras quedó solo frente a Hitler tras la caída de Francia y otros países europeos en manos de los alemanes.
Alemania tenía todavía en funcionamiento unos doscientos submarinos a comienzos de 1943. La estrategia de «manada de lobos» del Almitrante Dönitz estaba haciendo mucho daño al transporte marítimo que unía la isla con los EEUU. Pero la pertinaz resistencia británica, alentada sobre todo por el primer ministro Sir Winston Churchill, combinada con los avances tecnológicos que permitieron localizar a los U-Booten (el descubrimiento de las claves de Enigma por Alan Turing y su equipo, por ejemplo), permitió la subsistencia hasta la entrada en guerra de los EEUU. Los norteamericanos incrementaron su producción industrial militar de tal manera, que sus astilleros pasaron de construir 1,18 millones de toneladas en 1941 a 13,7 en 1943. Gracias a este extraordinario incremento del número de barcos puestos a disposición de los gobiernos aliados, se formaron convoyes lo suficientemente poderosos como para resistir los ataques submarinos alemanes. Aritmética pura y dura: EEUU producía más barcos nuevos de los que los alemanes eran capaces de hundir. En estas condiciones, Dönitz ordenó a su flota de submarinos el 18 de mayo de 1943 una retirada táctica en el Atlántico. Los alemanes ya no volverían a recuperar la iniciativa en el mar.
Que la Kriegsmarine alemana no recuperase la iniciativa, no significa que la larguísima batalla del Atlántico se detuviese, pues los alemanes, aun en inferioridad de condiciones continuaron hundiendo barcos (en menor número, eso sí) en la ruta entre el norte de América y Gran Bretaña. Gran Bretaña se había convertido en un auténtico y gigantesco portaaviones para los aliados, el lugar ideal para impulsar el asalto al continente europeo. Es más, a pesar del indudable retroceso alemán en el Atlántico, todavía fueron capaces en una fecha tan tardía como abril de 1945, muy cercana al final del Tercer Reich, de hundir 74000 toneladas de buques aliados. A los aliados anglonorteamericanos se les unió en su empeño de liquidar la Marina alemana la flota soviética en cuanto pudieron maniobrar en el Báltico, gracias a que las naves alemanas que dejaban de operar, no eran reemplazadas. De hecho los soviéticos ocasionaron el mayor desastre naval de la guerra, al hundir un gran buque alemán de pasajeros, el Wilhem Gustloff, con diez mil refugiados a bordo, que huían del devastador avance del Ejército Rojo por el este.
Los aliados vencieron la batalla del Atlántico, y sus consecuencias son difíciles de medir, pero es seguro que sirvió para decantar la guerra del lado de los aliados. Si Alemania no hubiese perdido la iniciativa en el mar, hubiese reafirmado sus intereses comerciales en el mundo y evitado el bloqueo aliado. Gran Bretaña hubiese quedado totalmente asediada e incomunicada de sus socios norteamericanos y posiblemente, a causa del hambre y la falta de suministros, hubiera tenido que rendirse. Sin el que he denominado más arriba portaaviones británico, los norteamericanos no hubieran podido desembarcar todos sus recursos materiales y humanos para utilizar la isla como plataforma para asaltar la fortaleza europea, y seguramente no hubieran podido llevarse a cabo los desembarcos de Sicilia y Normandía. Los Bombardeos Estratégicos Aliados, esas brutales razzias que devastaron las ciudades alemanas con sus decenas de miles de civiles muertos bajo las bombas incendiarias, tampoco hubiesen tenido lugar, pues despegaban de los aeródromos británicos. En fin, la Wehrmacht podría haberse centrado en exclusiva en el gran frente oriental, que consumía la inmensa cantidad de sus recursos.
No obstante esto es política-ficción y las cosas sucedieron como sucedieron, por lo que no es posible una vuelta atrás. Lo único incuestionable es que la batalla del Atlántico la ganaron los aliados y la perdieron los alemanes, porque quizás EEUU puso en marcha la más gigantesca maquinaria industrial de guerra que jamás vieron los tiempos. Y es cierto también que esos recursos, que en ocasiones parecían ilimitados, terminaron por superar a los alemanes. Sin olvidar la producción soviética, que una vez repuesta de la sorpresa y la devastadora derrota inicial frente al empuje nazi, fabricó a velocidad de crucero artillería pesada, blindados y aviones que hiceron frente primero, y superaron después, a los ejércitos alemanes. A costa de perder millones y millones de vidas humanas, eso sí.
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