El ingeniero naval que sobrevivió a dos bombas atómicas

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Tsutomu Yamaguchi, el ingeniero naval que sobrevivió a dos bombas atómicas

Parece una quimera o algo imposible, pero sin embargo el ingeniero naval que sobrevivió a dos bombas atómicas existió de verdad. Digo existió porque ese hombre ya falleció por ley de vida, pero varias décadas después de su sombría experiencia. El 6 de agosto de 1945, el bombardero norteamericano Enola Gay lanzó la primera bomba atómica (de uranio) que alguien había denominado Little Boy. Y lo hizo sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, con el resultado de la muerte, no ya inmediata, sino instantánea (que es diferente matiz) de unas setenta mil personas, muchos de los cuales se volatilizaron por efecto del intensísimo calor. Otros perecieron incinerados y otros en fin, murieron durante los meses siguientes debido a la radiación. Otros sufrieron los efectos de dicha radiación durante toda su vida, soportando intensos dolores y molestias. Muchos otros quedaron desfigurados por efecto de las altas pero no mortales temperaturas que sufrieron las personas que estaban en la periferia del epicentro del desastre.

El ingeniero naval japonés Tsutomu Yamaguchi sobrevivió al infierno desatado sobre la tierra, gracias a encontrarse a tres kilómetros del estallido. No obstante, sufrió graves quemaduras en la parte izquierda de su cuerpo. Pero este señor no era oriundo de la ciudad devastada y borrada del mapa, pues andaba por allí por temas de trabajo. Se le practicaron las pertinentes curas de urgencia y en cuanto pudo, se marchó a su ciudad natal, Nagasaki, donde residía habitualmente. Los norteamericanos habían esperado que con este durísimo golpe Japón se rindiese de una vez por todas. Y sin embargo los japoneses declinaron contestar a la propuesta de rendición incondicional lanzada por los aliados. El gobierno nipón esperaba condiciones de rendición más benévolas, aunque sabía que todo estaba perdido. Así que Truman, el presidente norteamericano, envió un nuevo ángel de la muerte en forma de arma de destrucción masiva: otra bomba nuclear, esta vez de plutonio, bautizada como Fat Man. Esta última era la única que quedaba disponible en los arsenales americanos, pues hasta mediados de agosto no habría más en disposición de sembrar la muerte de decenas de millares de personas. Y lo que no son personas, claro, pues este tipo de armas arrasa con toda la vida que se encuentra en su fatídico camino. El 9 de agosto los americanos cargaron a Fat Man en un B-29, el Bockscar, que despegó con destino a la ciudad japonesa de Kokura, que se salvó de la quema, y nunca mejor dicho, debido a las malas condiciones meteorológicas en sus cielos. El comandante del bombardero, Charles Sweeney pidió instrucciones. Kokura estaba salvada pero en detrimento de otra desgraciada ciudad nipona, Nagasaki, la patria chica del ingeniero Yamaguchi. Esta segunda bomba atómica segó la vida de unas sesenta mil personas en el acto, mientras que en los meses subsiguientes fallecieron treinta mil más.

¿Y qué pasó con nuestro esforzado protagonista? Pues que de nuevo tuvo la fortuna de sobrevivir. Eso sí, el señor Yamaguchi padeció los efectos de la radiación de por vida, de una vida que el azar o quien sea quiso que fuese muy prolongada, pues falleció en 2010, con 93 años de edad.

Rendición del Japón

Los brutales efectos de la segunda bomba atómica que los americanos lanzaban en tres días sobre objetivos civiles japoneses provocaron, esta vez sí, que el Imperio del Sol Naciente capitulase. La ceremonia de rendición del imperio nipón se celebró en la bahía de Tokio en la cubierta del acorazado USS Missouri el dos de septiembre de 1945. Delante del general MacArthur, aquel que un día dijo que se iba, pero que volvería. ¡Y vaya si volvió! Esta vez la guerra mundial había acabado definitivamente.

Tsutomu Yamaguchi tuvo que ver a avanzada edad como moría de cáncer un hijo suyo a los 59 años, en 2005.

Se cree que hubo algunos supervivientes más a quienes ni siquiera dos bombas atómicas fueron capaces de mandarles a la otra vida. Fueron llamados nijyuu hibakusha, que significa algo así como «dos veces bombardeado».

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