
Hans Lazar fue el encargado de prensa en la embajada alemana en España, es decir los ojos y los oídos de Goebbels en nuestro país, un cargo tanto o más importante que el del propio embajador. A Lazar nadie le tomaría como el ario que preconizan los jerarcas nazis. Goebbels incluido, claro está. Es un hombre moreno de ojos oscuros y de gran apéndice nasal. Más parece judío que otra cosa, y eso es lo que se murmuraba en los ambientes del Madrid de 1940, que es un judío turco natural de Estambul, y que a pesar de que a Hitler no le gustaba su aspecto, no podía prescindir de sus servicios. Estaba casado con una baronesa rumana, Elena Petrino Borkowska. Ambos personajes formaban una pareja ciertamente misteriosa.
Lazar y su mujer daban fastuosas fiestas en Madrid al que acudían altos cargos del régimen de Franco, aristócratas, diplomáticos. Lazar dirigía desde la embajada alemana el discurso tendencioso de la prensa española, y manipulaba las noticias con enorme habilidad. Lazar era quien dictaba lo que los españoles de entonces debían o no debían leer. Este personaje logró que la prensa española fuese más nacionalsocialista que la de la propia Alemania nazi, que ya era difícil. Los aliadófilos, que existir existían en la España franquista, estaban escondidos hasta debajo de las piedras y no se dejaban ver ni queriendo. No estaban los tiempos para tales desvaríos. Lo que vestía por entonces era la germanofilia, cuyos más orgullosos destellos procedían de la embajada alemana…y de Lazar.
En las fiestas de los Lazar se encuentran las mejores viandas de la Europa ocupada, una Europa saqueada con exquisita eficacia por la maquinaria administrativa nazi, que a su vez se ha aprovechado de la maquinaria militar alemana, intratable en 1940, el año de sus mayores éxitos y cuando nadie podía pensar ni prever una derrota del Tercer Reich. Nadie, excepto algunos visionarios escépticos que veían en la resistencia a ultranza de los ingleses el germen de la derrota nazi. Pero a lo que iba. Lazar recibía los mejores productos europeos, los que se encontraban en el mercado negro a precio de oro, los que estaban en manos de los estraperlistas. Lazar en cambio los recibía a lo grande, mediante valija diplomática.
Lazar actuaba de intermediario de Goebbels, el poderoso ministro de Propaganda nazi. Manejaba como nadie los medios periodísticos españoles, a los que sobornaba para que trabajasen directamente para Goebbels, consiguiendo que la germanofilia estuviese a la orden del día en las calles de la depauperada España, recién salida de una brutal lucha fratricida. Lazar empleaba dos poderosos medios de propaganda que llegaban hasta la mayoría de los españoles, al menos a los que sabían leer, quienes después se lo transmitían a sus convecinos, muchos de los cuales eran analfabetos. El supuesto turco utilizaba el cine y las hojas parroquiales, pues se dio cuenta que los españoles asistían con gran frecuencia a misa y mucho más masivamente al cine. Y eso que el NO-DO no existía todavía, pues comenzó a emitirse en 1943, cuando la germanofilia se había reducido un tanto, mientras la aliadofilia se disparaba. El curso de la guerra tuvo la culpa, evidentemente. Pero volvamos a las cuitas de Lazar. Las distribuidoras españolas de cine proyectaban antes de las películas, por orden de Lazar, los noticiarios alemanes (UFA) e italianos (LUCE).
Para incorporar propaganda nazi en las hojas parroquiales gratuitas, Lazar gestionó la financiación alemana de las mismas. Parte del presupuesto se los quedaban los párrocos y obispos, lo cual ayudaba mucho más a su divulgación entre el pueblo llano. Con estos dos instrumentos ¿quién no iba a ser germanófilo en la católica y fascista España? Lo alemán se puso de moda en España, después del bombardeo informativo sobre las bondades del régimen nacionalsocialista. Muchos (los que pueden, naturalmente), se apuntan a academias para aprender el idioma alemán y adquieren las revistas del Tercer Reich, Signal y Der Adler.
Lazar debió acumular valiosa información durante su estancia en España, pero se extravió (la información, y Lazar, también) cuando los funcionarios de la embajada alemana en Madrid entregaron las llaves de la embajada (antigua avenida del Generalísimo, 4) y la residencia del propio embajador (C/Hermanos Bécquer, 3) al ministerio de Asuntos Exteriores español el 8 de mayo de 1945, cuando Alemania se rindió a los aliados. Los funcionarios españoles responsables entregaron a su vez, cuatro semanas después, las llaves a los funcionarios de las embajadas norteamericana y británica. Ambos edificios estaban vacíos. No quedaban ni las bombillas. Y para qué hablar de documentos…Nada de nada. Posiblemente fue Lazar el encargado de organizar el saqueo para que no quedase ninguna información que comprometiese sus actividades en manos de los aliados.
Algunos investigadores sospechan que Lazar fue un agente doble que trabajaba para los británicos. Vayan ustedes a saber…
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