A principios de la guerra sorprendió en el Atlántico el acorazado de bolsillo Graf Spee que se dedicaba a surcar el océano en busca de mercantes aliados para hundirlos.
Patrullaban por el Atlántico 5 portaaviones, 18 acorazados y nueve grupos aliados persiguiendo a este escurridizo enemigo. Pero este barco poseía tres cañones de largo alcance que mantenían a raya a sus perseguidores. La Royal Navy estaba obsesionada con este pequeño buque.
Langsdorff era el comandante de este loco atacante. En el hemisferio sur fue rodeado por numerosos barcos ingleses, respondiendo con agresividad y dejando a casi todos los barcos averiados. Pero el Graf Spee necesitaba repostar y se escondió en el puerto de Montevideo. Permaneció allí el tiempo que permitían las leyes internacionales, mientras eran esperados a la salida por la escuadra inglesa. Los diplomáticos de ambos lados luchaban con las autoridades Uruguayas. Los alemanes pidiendo ayuda y los ingleses solicitando que dejaran de protegerles en el puerto.
A los pocos días no habiendo podido prolongar el plazo y ante la presencia de miles de personas su capitán hundió el barco. Tres Días más tarde Langsdorff se suicidó.
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