
En septiembre de 1939, Alemania y la Unión Soviética se repartieron Polonia tras la invasión y según lo previsto en las claúsulas secretas adicionales del Pacto de No Agresión Germano-Soviético. El Estado polaco, existente como tal desde 1921, desapareció dle mapa. Los límites de las áreas ocupadas por alemanes y soviéticos seguían una línea entre el extremo sur de Lituania, el río Bug hacia el sur, y desde allí por el río San. Al este de esta línea se hallaban los eslavos orientales, bielorrusos y ucranianos, que quedaron bajo la administración soviética. Al oeste de la nueva frontera, los territorios habitados por alemanes fueron anexionados a la Alemania nazi. Los territorios restantes, la Polonia central, que incluía la capital Varsovia, quedaron bajo el mando de un gobernador y formaron parte desde el 12 de octubre de 1939 del Gobierno General de los territorios polacos ocupados. El Gobernador General nombrado a tal efecto fue un seguidor de Hitler de la primera hora del NSDAP, Hans Frank, cuyas odiosas y despreciables acciones contra la población civil hizo que los propios polacos le nombrasen como el «Carnicero de Polonia». Era un hombre que odiaba visceralmente a los judíos y a los eslavos, a los que consideraba una raza inferior, como en general ocurría con todos los jerarcas nazis. Tenía su sede en Cracovia desde donde lanzaba sus despiadadas proclamas contra la gente. Era el señor de las vidas y haciendas de los desventurados polacos que habían quedado bajo su nefasto mandato.
Las líneas básicas de la brutal política del Gobierno General se basaban en la eliminación física de la intelectualidad polaca, las deportaciones forzosas, el saqueo de la economía y la creación de guetos judíos. Instauró la obligatoriedad del trabajo para los polacos, y para los judíos, los durísimos trabajos forzosos. Se obligaba a los polacos a trabajar para el Reich, como si fuesen esclavos y además eran deportados a Alemania. Otra de las bases de este odioso y odiado Gobierno fue extirpar a la clase dirigente polaca para convertir a la población en una masa desprovista de cabeza pensante, puesta a disposición de los nuevos dueños del país.
Hitler nombró a Himmler, el comandante en jefe de las SS, la guardia pretoriana del Führer, comisario del Reich para el reforzamiento del espíritu nacional alemán. Fue este personaje el que reforzó y apoyó con sus medidas el reinado del terror del Gobernador General. Las élites polacas, encarnadas en profesores, médicos, juristas y religiosos fueron masacrados por las Unidades de Intervención (las Einsatzgruppen) dirigidas por el propio Himmler, e integradas por elementos de la Gestapo (la temida policía política del régimen nazi) y de las SS, entre otros. Si la intelectualidad polaca fue la que corrió más peligro en aquellos meses, pues para los nazis era esencial descabezar una posible resistencia civil, respecto a los judíos, todos ellos sin excepción, fueron víctimas de toda clase de atropellos.
Hans Frank llegó a definir Polonia como «un botín del Reich alemán» o un «gigantesco campo de trabajo». Además, Frank se descolgaba con lindezas como ésta, que él consideraba una broma: «A una vaca se le puede pedir leche o carne: si quiero tener leche, necesito que la vaca viva. Lo mismo sucede con un país conquistado». Actuó con una ferocidad aún increíble entre los mismos nazis, y colaboró de forma entusiasta en el exterminio judío y la germanización y la puesta en marcha del régimen esclavista contra el pueblo polaco. La política de ocupación llevada a cabo por el gobernador general subrayó las profundas diferencias que según los nazis existían entre el Herrenvolk (el pueblo de los señores, es decir, el pueblo alemán) y los polacos, considerados una raza inferior. No pudo exterminar a toda la población, porque para su desgracia, carecía de personal suficiente para hacerlo. Pero esa era su idea. No obstante, en una alocución a sus funcionarios de policía el 30 de mayo de 1940, Frank no deseaba la creación de campos de concentración en Polonia, ya que «el sospechoso tiene que ser liquidado inmediatamente».
Antes de la instauración del Gobierno General, en la parte de Polonia ocupada por la Wehrmacht, fueron ejecutados o murieron en disturbios, más de 10000 personas, incluidos numerosos judíos. Pero la etapa del Gobierno General superó con creces estas cifras. El Gobernador ordenó trasladar polacos y judíos desde otras regiones ocupadas por los nazis al territorio del Gobierno General, donde se dispusieron en fases posteriores de la guerra numerosas ejecuciones indiscriminadas y asesinatos masivos en los campos de exterminio que allí se levantaron. Los soviéticos, por su parte, organizaron otro régimen de terror, del que fue un buen ejemplo, los cadáveres de miles de oficiales polacos encontrados en las fosas de Katyn.
El régimen de ocupación de Polonia, tanto por alemanes como por los soviéticos fue completamente despiadado y criminal. Tras la derrota militar, a la población civil polaca le restaban largos años de miseria y sufrimiento.
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