El antisemitismo en Rumanía

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El antisemitismo en Rumanía

El antisemitismo en Rumanía venía de lejos. No tenía nada que ver con el odio suplementario que los nazis aportaron al viejo asunto del antisemitismo europeo. Rumanía era el país europeo más antisemita de entreguerras. Y no sólo de este período, sino que el antisemitismo rumano ya estaba instituido e institucionalizado en el siglo XIX. Fijémonos en este dato. En 1878, las grandes potencias europeas firmaron el Tratado de Berlín, que reconocía, a grandes rasgos, la plena independencia de Serbia, Montenegro y Rumanía, y la autonomía de Bulgaria. En alguna de sus disposiciones, los grandes de Europa presionaron lo que nadie sabe para que el gobierno rumano concediese a los habitantes judíos del país la condición de ciudadanos. Pero ni por ésas. Los judíos rumanos continuaron siendo segregados y excluidos por las autoridades del país. Cuando concluyó la Primera Guerra Mundial, la inmensa mayoría de los judíos de Rumanía (excepto unas cuantas familias sefardíes y otras de origen alemán) continuaban teniendo el estatus de extranjeros residentes en Rumanía. Durante las negociaciones de paz los aliados volvieron a intentar persuadir al antisemita gobierno rumano de la conveniencia de conceder a los judíos la ciudadanía rumana, algo que se consiguió a regañadientes, como vemos. Esta concesión fue revocada en cuanto hubo oportunidad. Entre 1937 y 1938, y envalentonados por la actitud antijudía de los nacionalsocialistas en Alemania, Rumanía retiró la ciudadanía rumana a la cuarta parte de los judios que vivía dentro de sus fronteras, aduciendo que la medida había sido impuesta gracias a la presión internacional. Pero la cosa no quedó aquí, ya que en agosto de 1940, el nuevo dictador rumano, el mariscal Ion Antonescu, líder de la Guardia de Hierro, organización de un pelaje similar al NSDAP, declaró apátridas al resto de judíos rumanos. Eran los meses anteriores a la entrada en la Segunda Guerra Mundial de Rumanía junto a las potencias del Eje. Los únicos judìos rumanos que conservaron la ciudadanía fueron las mismas familias sefardíes y de origen alemán que ya la poseían antes del final de la Primera Guerra Mundial. Estos no eran más que un uno por ciento de la población judía rumana. El propio Hitler se subía por las paredes cuando conoció las radicales medidas antisemitas puestas en práctica por los rumanos, y se quejó amargamente a su ministro de Propaganda Goebbles en agosto de 1941 dicéndole cosas como ésta: «en estos asuntos, Antonescu se comporta de un modo mucho más radical de lo que nosotros nos hemos comportado hasta el presente».

Antisemitismo en Rumanía.
Soldados rumanos detienen a judios en Iasi

la Legión Rumana demostró estar a la altura de los elementos más siniestros y brutales de las SS. Rumanía entró en guerra en febrero de 1941 y participó activamente en la invasión de la URSS. Una muestra del celo rumano: solamente en Odesa, los soldados rumanos mataron a 60000 personas, llevando a cabo un atroz programa de matanzas y deportaciones. El estilo rumano consistía en meter a cinco mil personas en varios vagones de carga, donde iban muriendo de asfixia, mientras el tren recorría sin destino fijo los campos de Rumanía. Remataban estas masacres con una perversa guinda: la exposición de los cadáveres de los judíos así exterminados en carnicerías propiedad de judíos. En los campos de concentración rumanos, se dieron episodios de un refinamiento y una crueldad que superaban incluso al peor de los campos de exterminio alemanes, lo que ya era mucho decir. Los mismos nazis se horrorizaban ante las atrocidades que cometían los rumanos contra su población judía. Adolf Eichmann, el funcionario involucrado hastra las trancas en la Solución Final, imploró al propio Ministerio de Asuntos Exteriores alemán en abril de 1942 que se detuviesen los esfuerzos rumanos por exterminar a los judíos, ya que la prioridad era «la evacuación de los judíos alemanes, que estaba ya en período de ejecución». A mediados de agosto de 1942, el Ministerio de Asuntos Exteriores alemán acordó con Antonescu «un orden de evacuación de los judíos de Rumanía, que será llevado a cabo por unidades alemanas». Para entonces, los celosos y eficaces rumanos ya habían matado ellos solitos a casi 300000 judíos sin ayuda alemana, algo que molestó enormemente a los nazis. ¡Tan extraordinaria eficacia exterminadora, así a lo bruto, sin que ellos hubieran intervenido apenas! «El alumno superando al maestro», debió pensar el Führer, algo que no le hizo tampoco nada de gracia.

Antisemitismo en Rumanía
El mariscal Ion Antonescu

Para entonces los alemanes no habían contado con que en Rumanía había un alto porcentaje de asesinos corrientes y molientes (además de los encuadrados en la Guardia de Hierro, a quienes el carácter de criminal se les daba por supuesto) y era además el pais más corrupto de los Balcanes. Por estas razones, se había desarrollado en Rumanía un próspero negocio de de venta de exenciones, en el que intervenían una inmensa caterva de funcionarios estatales y locales. Algo en Antonescu había cambiado, y ahora opinaba que la venta de judíos era un negocio mucho más lucrativo que el mero exterminio. Se convirtió en ferviente defensor de la emigración judía, al precio de 1300 dólares por cabeza. Los rumanos «moderaron» su celo matarife, convirtiéndose así Rumanía en uno de los pocos focos de emigración judía hacia Palestina durante la guerra.

Antonescu no es que fuera más radical que los nazis (como creía Hitler) sino que siempre iba un paso por delante de los alemanes. En Rumanía ya se mataba judíos en grandes cantidades y a la vista de todo el mundo (pogromos), mientras que Alemania hacía sus pinitos, y en secreto. Antonescu fue el primero que tuvo la idea de vender judíos, un año antes que Himmler hiciese su oferta de «sangre a cambio de camiones» (cuando las cosas se habían puesto ya muy feas para los nazis, a mediados de 1944, Himmler consideró la posibilidad de hacer servir a los judíos que aún quedaban vivos como moneda de cambio, como rehenes, con tal de congraciarse con los aliados, con quienes trataba ingenuamente de negociar). En agosto de 1944, el Ejército Rojo ocupó Rumanía. La mitad de los 850.000 judíos rumanos sobrevivieron, y de ellos, la mayoría fue a vivir a Israel. Todos los asesinos rumanos (o al menos las cabezas más visibles, como Antonescu) fueron juzgados y ejecutados.

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