Cuando el Ejército Rojo estaba a las puertas de Berlín y los dirigentes nazis lo daban todo por perdido, se creó una obsesión por la destrucción. Los viales de veneno pasaban de mano en mano. Hitler era el principal instigador de esa actitud derrotista, el mismo entregó cianuro a sus más leales seguidores, la muerte suministrada por el líder.
No se sabe cuál era la causa de esta obsesión suicida, si el miedo a las hordas sovieticas o la vergüenza del fracaso del proyecto nazi.
Goebbels fue nombrado por Hitler gauleiter de Berlín, se puso una gorra militar sin graduación y organizó la defensa de la ciudad barrio a barrio. La presencia de una bandera blanca de rendición era considerada alta traición y el inmediato fusilamiento de sus responsables.
Aunque se permitían la retirada en los ministerios de la documentación en cajas. Goebbels lo veía con desprecio, pues consideraba que esto era admitir la derrota.
Todo estaba perdido pero la lucha tenía que ser hasta la total liquidación de los pocos habitantes que quedaban en la ciudad.
Magdha Goebbels preparó concienzudamente el suicidio de su marido, suyo y de sus hijos, y lo habló con sus más cercanos familiares. Su hermana estuvo intentando convencerla para que le dejara a la niña más pequeña, sin conseguirlo. «Como voy a abandonar a mi marido y al Führer en este momento».
Al final y después de la muerte de Hitler y Eva Braun murió toda la familia Goebbels. Magdha acompaño a su marido fuera del bunquer para suicidarse, ellos mismos llevaron el bidón de gasolina para prender fuego a sus cadáveres.
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