
Durante la guerra en el Pacífico, mientras que los aliados lograban descifrar los códigos japoneses, éstos se quedaban con un palmo de narices, siendo incapaces de efectuar la maniobra contraria, es decir, la de desentrañar los mensajes norteamericanos. Este hecho favoreció el triunfo aliado en el frente del Pacífico. El caso es que los norteamericanos habían conseguido descifrar el código japonés JN-25, lo que permitió ir un paso adelante sobre los planes del enemigo, pues entre otras cosas permitió descubrir los planes nipones previos a la batalla de Midway, un combate que posteriormente se reveló fundamental en el devenir de la guerra, pues a partir del mismo, la balanza comenzó a inclinarse del lado aliado en el Pacifico.
¿Por qué los japoneses no lograban dar con las claves de los códigos norteamericanos? A ver quién era el guapo que traducía el idioma navajo en el que estaban codificados los mensajes secretos. Los indios navajos, una pequeña comunidad indígena de los EEUU, luchaban codo con codo con sus compatriotas blancos y negros, a pesar de ser, no ya ciudadanos de segunda clase, como los negros, sino incluso de tercera. Bien, el caso es que el sistema utilizado por los norteamericanos fue utilizar el idioma navajo, que hablaban, como aquél que dice, cuatro gatos mal contados, resultando prácticamente imposible que los japoneses lo entendiesen. La cosa resultaba como sigue: un navajo transmitía en su propio idioma y al otro lado del hilo otro indio navajo iba transcribiendo al inglés, para que sus compatriotas no navajos pudiesen comprender el mensaje.
Lo malo hubiese sido que algún navajo hubiese caído en manos de los japoneses, que ya sabemos cómo se las gastaban con sus prisioneros. Pero eso no ocurrió, debido quizás al propio instinto de supervivencia del pueblo navajo. Terminada la guerra, el gobierno de los EEUU otorgó a los navajos participantes en este programa de cifrado una medallita y después…los devolvió a sus reservas.
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