En la Navidad de 1944 en la batalla de las Ardenas sucedió un hecho que ha pasado a la historia menuda, no a la historia de batallas, guerras y acontecimientos internacionales que a casi todo el mundo le viene a la mente cuando hablamos de esta disciplina fascinante. No. Fue una entrañable cena de navidad en la batalla de las Ardenas. Este enfrentamiento fue el último gran esfuerzo alemán por detener la ofensiva aliada en el frente occidental tras el desembarco de Normandía. En la celebrada serie de TV de Band of Brothers hay algunos capítulos dedicados a ella.
Dos soldados norteamericanos se perdieron el día de Navidad del citado año 1944 en el bosque de Hürtgen. Se llamaban Ralph Blank y Jim Herby. Herby caminaba renqueante apoyándose en su compañero pues estaba herido. El frío era intenso y la nieve les rodeaba por todas partes. No parecía muy lejano el instante en que muriesen de frío y hambre. Blank descubrió una cabaña de la que salía humo por la chimenea en mitad del bosque, un bosque por donde discurría la frontera entre Bélgica y Alemania. Lo mismo podía tratarse de un hogar belga que alemán, por lo que el recibimiento podría variar, de hostil a relativamente amistoso. El ambiente gélido decidió a Ralph Blank, que llamó a la puerta, recibiéndole una sorprendida mujer que preguntó en alemán si eran americanos. Ante la respuesta afirmativa los hizo pasar al interior de la cálida casita, donde se encontraba su hijo Fritz, de doce años. Eran una madre y un hijo alemanes. Pero la señora Vincken ofreció compartir su cena a los ateridos soldados aliados. Poco después, volvieron a llamar a la puerta (aquella noche el bosque parecía muy concurrido), y esta vez fueron los miembros de una patrulla alemana, que habían seguido en la nieve las huellas de los americanos. El sargento germano preguntó a la señora por las personas que había en la casa en ese momento, y ella les contestó tranquilamente que dos americanos. Los alemanes se dispusieron a entrar con las armas en ristre, pero ella se interpuso y ofreció de nuevo compartir la cena con los enemigos. El inicio del pequeño banquete debió ser algo incómodo, mirándose ambos grupos con recelo. Poco a poco fueron relajándose y hasta trataron de entablar conversación, aunque unos no entendían el alemán y los otros ni papa de inglés. Aún así, en las distancias cortas, durante un rato parecieron olvidar que eran enemigos que se estaban partiendo el cobre sin piedad en una cruel guerra que ya duraba demasiados años.
Tras los primeros instantes de lógica desconfianza, uno de los alemanes, estudiante de medicina, curó la herida de Jim Herby. Compartieron amistosamente la cena, y la dueña de la casa contó la historia de su vida, una vida que la guerra había cambiado, como la de los soldados que saboreaban la cena navideña. Ella y su marido habían perdido su casa de Aquisgrán hacía unos meses y un amigo belga de su marido, panadero del ejército, les había prestado la cabaña. Cenaron, cantaron villancicos y al amanecer, el sargento alemán indicó a los dos americanos el camino de regreso a sus líneas.
Cuando la guerra finalizó, la familia Vincken emigró a Hawaii. Fritz Vincken, todavía un niño aquella noche memorable, jamás olvidó la velada. Se reencontró con Ralph Blank gracias al programa de televisión Unsolved Mysteries. Gracias a esta especie de ¿Quién sabe dónde? a la americana, Fritz se trasladó a Maryland, donde vivía el viejo soldado para saludarle. JIm Herby también sobrevivió a la guerra, pero de los soldados alemanes co-protagonistas de este cuento de Navidad, de esta cena de Navidad en la Batalla de las Ardenas, nada más se supo.
La película Silent Night (2002, en español, Noche de Paz), protagonizada por Linda Hamilton, (muy conocida por las pelis ochenteras de Terminator) rememoró este episodio de confraternización entre enemigos.
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