Okinawa es una isla que se ubica ya en territorio japonés. Tiene 100 km de largo y 12 de ancho. Tras la matanza de Iwo Jima, los americanos se dirigieron a ella, y lucharon por conquistarla en la denominada batalla de Okinawa, que les costó más bajas si cabe que la invasión de las isla de Azufre.
La isla de Okinawa es volcánica y posee numerosas cuevas naturales donde los japoneses organizaron una tenaz defensa que costó miles de muertos a los norteamericanos. Esta isla estaba habitada por unos 400000 civiles culturalmente diferentes de los japoneses. Los nipones aterrorizaron a los habitantes de Okinawa con siniestras historias sobre el trato que los americanos daban a sus prisioneros, de forma que éstos se lo creyeron. Hasta tal punto que según iban avanzando los aliados en el territorio isleño, muchos de los habitantes se suicidaban despeñándose por los barrancos antes que caer en manos de un enemigo que creían tan cruel. En algunos puntos los soldados japoneses obligaron a suicidarse a los nativos como muestra de lealtad al emperador del imperio del Sol Naciente. Un anciano isleño recordó muchos años después de esta cruenta batalla como mataron su hermano y él a su propia madre para que no cayese en manos de un enemigo que los japoneses habían avisado que era tan atroz y despiadado, que no dudaría en torturar y violar a las mujeres que cayesen en sus manos.
Los aliados habían dispuesto frente a Okinawa una escuadra de más de 1000 barcos, entre los que destacaban 12 portaaviones norteamericanos y 4 británicos, además de 14 acorazados. Ciento setenta mil marines estaban preparados para el desembarco. Pero primero bombardearon de lo lindo, descargando miles de toneladas de explosivos para ablandar al enemigo. Y de paso cargarse a muchos civiles, utilizados como escudos humanos por los defensores militares del islote.
Cuando los americanos pensaron que los japoneses habían sido suficientemente vapuleados por la artillería y la aviación, comenzaron el desembarco. Durante varios días, los marines, las fuerzas de infantería de marina americanas, avanzaron por la isla sin oposición digna de destacar. El general japonés encargado de la defensa de Okinawa, Mitsuru Ushijima repitió la táctica de Iwo Jima: dejar avanzar en terreno llano al enemigo para abatirle entre las cavernas y cuevas naturales del terreno volcánico del interior de la isla. Los japoneses defendieron con brutal ferocidad con uñas y dientes los túneles excavados entre las cuevas naturales. La orden era que por cada japonés muerto cayesen decenas de atacantes. No se hicieron prisioneros.
Los americanos, ante este panorama infernal que se había desatado ante ellos, avanzaron muy lentamente, pero abrieron a su vez un infierno de fuego sobre las posiciones japonesas. En el visionado de la serie Pacific, somos testigos, según los productores de esta serie de TV, de la intensidad y de la crueldad desatada de los combates. Una refriega que se complicó con la intensa lluvia, que convirtió el terreno en un lodazal. Las bajas se multiplicaron en ambos bandos.
Los japoneses lanzaron ataques suicidas de aviones Zero pilotados por fanáticos (y no tan fanáticos) jóvenes aviadores, conducidos hasta el objetivo por veteranos que se retiraban en cuanto se avistaba el barco americano sobre el que se estrellaban los kamikazes. Los pilotos suicidas causaron el hundimiento de unos treinta buques aliados y desperfectos en otros cien. Fallecieron 1500 pilotos japoneses en este asalto sin posibilidad de vuelta atrás.
Los japoneses, rodeados en la isla y sin posibilidades de escapar con vida, sacaron a la superficie lo peor del ser humano y se ensañaron con una población civil a la que teóricamente debían defender. Los americanos, como en Iwo JIma, avanzaron de agujero en agujero defendido por los fanáticos soldados nipones, que dieron su vida por el emperador. Como podemos ver en Pacific, los americanos atacaban las posiciones japonesas con lanzallamas, y según salían los defensores envueltos en llamas, los remataban sin piedad a tiros y con granadas de mano. Los americanos no comprendían por qué el enemigo no se rendía. Fue una resistencia suicida. De hecho numerosos soldados nipones se suicidaron explotándose granadas contra el pecho y si podían llevarse por delante algún enemigo, pues mejor que mejor. El general Ushijima se hizo el haraquiri, que consiste en abrirse el vientre hasta morir. Antes de morir, Ushijima impidió a uno de sus oficiales practicarse este honorable método de irse al otro barrio. Al coronel Hiromichi Yahara se lo prohibió expresamente su superior para que contase lo que ocurrió en la batalla de Okinawa. Yahara trató de escapar vestido con ropas civiles, pero fue apresado por los americanos. Sobrevivió a la guerra y en 1973 publicó un libro sobre la batalla de Okinawa. Por supuesto, desde el punto de vista nipón.
Los marines USA tardaron tres meses en ocupar Okinawa. El saldo de la operación fue de 110000 soldados japoneses, 75000 nativos y 12500 americanos muertos. Además los norteamericanos sufrieron unos 25000 heridos. La apertura de la puerta del Japón había costado ciertamente muy cara. A unos más que a otros. Los estrategas aliados se pensaron mejor lo de invadir Japón. Mejor probar con tan tenaz enemigo un arma nueva de destrucción masiva, a ver qué pasaba. Y pasó lo que tuvo que pasar. Hiroshima y Nagasaki. Cientos de miles de muertos de un sólo plumazo.
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