En previsión de una futura guerra en Europa, algo que para Hitler era por supuesto archisabido, pero no para los demás (aunque lo sospechaban), los alemanes habían almacenado 44000 toneladas de gasóleo, 5000 de aceite lubricante y 16000 de alimentos en los mercantes alemanes Bessel, Thalia, Corrientes y Max Albrecht, que en su momento fondearon en los puertos de Vigo, Cádiz, Las Palmas y Ferrol, respectivamente. El objetivo era abastecer a los submarinos alemanes cuando la inevitable guerra se declarase. Así se les evitaba el peligroso regreso a los puertos alemanes. Entre enero de 1940 y febrero de 1944, fueron numerosos los submarinos alemanes que repostaron en los puertos españoles munición, alimentos y combustibles.
Y no sólo esto. El 19 de junio de 1941, los aviones alemanes, despegaron desde el aeródromo de Tablada (Sevilla) y hundieron el carguero británico Empire Warrior, a pocos km de la desembocadura del río Guadiana. Por supuesto, los aviones alemanes estaban allí de “extranjis”. Los británicos sospechaban de la connivencia española, puesto que los aviones alemanes no tenían tanta autonomía como para despegar de bases alemanas y atacar buques en el golfo de Cádiz. Eran tiempos de una germanofilia que con el transcurso de la guerra se iba a ir diluyendo como el azucarillo, en beneficio de la aliadofilia.
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