Anton Kuh procedía de una familia judía habla alemana de Praga instalada en Viena. Su abuelo y su padre fueron prestigiosos periodistas y Kuh siguió pronto su estela, pues con 19 años ya publicó textos pacifistas y sátiras políticas en la revista Die Muskete. Con 22 años era colaborador del Prager Tagblatt. Durante la Primera Guerra Mundial fue llamado a filas, pero enseguida fue declarado inútil por una afección nerviosa. Desde 1917 publicó artículos de actualidad en la revista judía Der Morgen y ya durante los años 20 colaboraba con numerosas revistas como Die Brühne, Die Stunde, Die Friede o Der Querschnitt. Fue amigo de los principales intelectuales vieneses (muchos de ellos judíos) como Alfred Polgar, Peter Altenberg, Robert Musil, Hermann Broch y Joseph Roth. Entabló contacto también con Franz Kafka, Max Brod y Franz Werfel en Praga, cuna de su familia. Fue célebre por sus brillantes y polémicas charlas en público, como aquel famoso discurso improvisado del 25/10/1925 en el Konzerthaus vienés, de más de dos horas de duración, «El mono de Zaratustra», en el que replicó a las andanadas que le propinaba Karl Kraus desde su revista La Antorcha. Desde 1926 publicó en las revistas berlinesas Das Tage-buch y Die Weltbühne. Kuh se radicalizó y politizó cada vez más, y más todavía con el ascenso de los nazis al poder. Como era judío y antinazi, aguantó en Alemania cuanto pudo hasta que salió por fin del país en 1938, refugiándose en Praga. Ante la insistente persecución nazi, pasó por Francia e Inglaterra antes de recalar definitivamente en Nueva York. En la ciudad de los rascacielos continuó su denuncia al régimen nazi publicando además artículos en revistas de exiliados judíos como Aufbau. Entre sus conferencias antinazis destaca «El arte de sobrevivir a Hitler». Falleció de un infarto en Nueva York, el 18 de enero de 1941, casi un año antes de que EEUU entrase en la Segunda Guerra Mundial.
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