Desde junio del 34 Hitler pretendía unir su Austria natal a Alemania.
Los miembros del estandarte 89 (nacionalsocialista austriaco) pretendieron derribar el régimen de Dollfuss, canciller austriaco de pensamiento austrofascismo católico. Que aunque tenía esta mentalidad, su apoyo al Vaticano lo hacía muy alejado de los nazis. Dollfuss esperaba la ayuda de Mussolini, en el caso de ser atacado por Alemania.
El estandarte 89, grupo nazi austriaco, planificó varios intentos de golpe de estado.
Un día penetraron en la Cancillería y se produjo una refriega de tiros, de la que salió herido el canciller. Tal vez se hubiera salvado, pero los rebeldes se negaron a salir a buscar un médico. El golpe fue un fracaso, pero Dollfuss murió.
Sin embargo, Hitler que se encontraba oyendo la opera el «oro del Rin» de Wagner. Se molestó por lo mal que se había hecho el fallido golpe. Los asaltantes seguían dentro de la cancillería y por medio de negociaciones alemanas se les permitió salir. Pero Schuschnigg, presidente del nuevo gobierno al ver el asesinato que habían cometido los metió en un calabozo y al día siguiente fueron ahorcados.
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