
Franklin Roosevelt no era un garañón latino como Mussolini. Pero también tuvo sus amantes al margen del matrimonio. Aunque estaba en silla de ruedas, la parálisis que sufría no le afectaba las funciones reproductoras, pues tuvo seis hijos con su mujer legítima, Eleanor Roosevelt. Además tuvo unas cuantas amantes de largo recorrido. Roosevelt se casó muy joven con Eleanor, de profesión diplomática, profesora, escritora y activista de los derechos humanos, en resumen, una persona muy inteligente, aunque su marido la consideró aburrida y no demasiado agraciada. De cara a la supuestamente puritana e «hipocritilla» sociedad norteamericana de la época eran un matrimonio modelo. Pero Franklin tuvo como amante a la propia secretaria de su mujer, Lucy Mercer Rutherfurd. Cuando Eleanor se enteró del affaire de su marido, quiso pedir el divorcio, pero la madre de Franklin Roosevelt convenció a su nuera de mantener la ficción delante de los votantes demócratas, por el bien de la nación. El presidente tuvo más amantes: su secretaria Marguerite LeHand, Margaret Suckley y la periodista Dorothy Schiff.
Eleanor Roosvelt también echó sus canitas al aire, con un antiguo guardaespaldas del presidente, Earl Miller, y algunas relaciones íntimas con feministas, aunque no se conoce hasta donde llegaron. Una de estas feministas amigas de la primera dama fue la periodista Lorena Hickok, cuya correspondencia con Eleanor a lo largo de 30 años hace sospechar de una relación de un tono más subido que la meramente platónica. Y ahí me quedo.
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